lunes, 12 de febrero de 2018

la moda en el siglo XX



A principios de siglo XX la moda aparece dominada por el afán de lujo, fiestas y boato que caracteriza a la sociedad del momento; es la llamada “Belle Epoque”. La forma de S define la silueta de la mujer. El cuerpo permanece rígido, con el busto hacia delante apuntalado por el corsé y las caderas hacia atrás. La falda, ajustada en las caderas, se acampana en el bajo dando opción a una pequeña cola. La rigidez de la línea encuentra su contrapunto en la exagerada exuberancia de los accesorios y adornos: las blusas se llenan de encajes, cintas y lazos, los adornos preferidos son las plumas de avestruz y las boas.
Los zapatos se hacen puntiagudos y con tacones barrocos. Se usan medias de seda, guantes, sombrillas y pequeños abanicos. La joya de moda son las perlas. Pero a medida que avanza la época las cosas cambian ligeramente. Siguiendo las huellas de Worth, surgieron nuevas casas de Alta Costura.
En 1906 es Paul Poiret el modisto que liberó a las mujeres del corsé y creó prendas más desestructuradas y cómodas, dando una mayor funcionalidad a los vestidos; además, fue el primero que lanzó su propio perfume y descubrió la magia de oriente. Ahora, los tonos malvas se cambian por tonos más intensos y las faldas se hicieron más estrechas.
Incluso los maquillajes sucumbieron a la fiebre orientalista y adoptaron los tonos púrpura y oro que habían fascinado a Helena Rubinstein, fundadora de la primera multinacional de cosméticos de la historia.

Historia del vestido, el siglo XIX
Historia del vestido, el siglo XIX, 1913


En 1913, poco antes de que la “Belle Epoque” tocara a su fin con el inicio de la Primera Guerra Mundial, se producen algunos cambios en la moda; el más sorprendente es la aparición de los escotes en “V” que sustituyeron a los altos cuellos y también a la superposición de una túnica hasta la rodilla sobre la falda estrecha que llegaba al tobillo.

Autor: Begoña Carreres Rodríguez para revistadehistoria.es