miércoles, 10 de enero de 2018

MODA EN EL SIGLO XIX


Historia del vestido, el siglo XIX

. El traje femenino llegaba hasta el tobillo . 

La Guerra de la Independencia volvió a despertar interés hacia lo español: la mantilla, la peineta y el abanico .
 
Por su parte, el vestuario masculino tuvo una gran influencia inglesa. Aparece el fenómeno del dandy, el hombre que destaca por su elegancia sin llamar la atención. Se ponen de moda los fracs, chalecos y corbatas.
 
  Triunfa el uso del redingote, un abrigo abrochado por delante y abierto en la parte inferior. Se popularizan también nuevas prendas, como la americana, que encuentra una amplia aceptación entre la gente joven y la ropa de deporte, usándose la chaqueta “Norfolk” para la caza.
 
 ACCESORIOS: Con la aparición de los bolsillos en los chalecos, se aceptaba que los relojes fueran colocados en ellos. El dije se convierte en cadena más larga que permita prenderla a uno de los botones del chaleco, con el fin de que lo se cayera el reloj al ser manipulado. Esta cadena, como los anteriores dijes, eran elaboradas de oro o plata y decorada con joyas, aunque la recomendación recordaba que “el control de la decoración y el adorno es mucho más varonil y elegante”.

 
A partir de ahora será la mujer la que se convierta en la gran protagonista de la moda.

Alrededor del año 1820 se acusa un cambio bastante brusco en la silueta de la mujer. Vuelve la cintura alta, las faldas se ensanchan y las mangas se inflan. Los manguitos y el abanico se convierten en accesorios imprescindibles y los sombreros se adornan con flores y plumas.
Hacia los años 50 aparece la crinolina, unas enaguas a las que se les añadían aros de acero para hacerlas más rígidas, en España conocido como miriñaque. Esta moda se popularizó en España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Como el volumen de la prenda no permitía usar abrigos, se usaban capas y grandes chales.
 
 
Historia del vestido, el siglo XIX
Miriñaque


Con el tiempo el miriñaque se fue aplanando dando origen al polisón, el vuelo de las faldas se concentraba hacia atrás de forma que se sostenía con un pequeño cojín sujeto a la enagua. Se le denominó “Moda Tapicera”, ya que el juego de las faldas con sus pliegues recordaba a los cortinajes que decoraban las casas.
 
 
 





 




 
Vestidos con polisón


En la última década del siglo XIX desaparece el polisón del vestuario femenino. Los vestidos se hacen de línea más fina, y se usan tejidos como la seda y los encajes para blusas y enaguas. La política seguía influyendo en la moda. Francia apoyaba a Rusia y eso se notó en el empleo de pieles, que hombres y mujeres usaron para sus prendas de abrigo.

1858,  Charles Frederick Worth abre el primer taller de costura de la historia. Desde el primer momento tuvo un éxito espectacular, llegando a contar con nueve reinas entre su clientela. 
Se seguían usando corsés para afinar la figura.

La alta costura. F. Worth
 El principal cambio que aportó Worth a la moda fue el sistema de trabajo: la preparación anticipada de modelos que presentaba sobre maniquíes, las clientas elegían y se realizaba después el modelo a su medida; además, inicia los primeros pases de modelos sobre maniquíes vivientes en su casa de Alta Costura de París, y presenta cada temporada una nueva colección, introduciendo así el cambio de temporada como un incentivo para aumentar las ventas.
 

 A partir de ahora la moda no será sólo una industria de creación, sino también un espectáculo publicitario al que sacar el máximo partido. En estos momentos la industria de la moda empezó a ser la primera fuente de divisas para Francia, y las élites culturales y la aristocracia serán sus principales consumidores.

PEINADOS A LA MODA

Los hombres
Pelo rizado y largo, bigotes, patillas y perillas. Sombreros con copa alta.

Las mujeres:
Peinado en bandos con trenzas y rizos, con moño alto y tirabuzones que luego se substituyen por bandos con tirabuzones y moño. Cofias de terciopelo, sombreros pequeños y pamelas, con bridas de cintas.




MAQUILLAJE
El verdadero apogeo del maquillaje lo encontramos en la corte de Francia, donde se blanqueaban las caras con polvos y una crema nacarada brillante a base de azufre que había provocado envenenamientos mortales.
En los inicios del siglo XIX, surge el primer intento de eliminar las arrugas a base de un invento mortificador al que llamaban el "esmaltado de la cara" que consistía en lavar primero la cara con un líquido alcalino, después se extendía una pasta para rellenar las arrugas y encima se colocaba una capa de esmalte hecha con arsénico y plomo, la cual duraba aproximadamente un año.
Si la máscara era muy gruesa se agrietaba al menor movimiento y desde luego, era de lo más insano e incómodo de llevar.
 




 La época de mediados del s. XIX, supone el inicio del maquillaje moderno, en estas fechas aparece por primera vez el rojo de labios, concretamente en el año 1880, que consistía en una pomada compuesta por mantequilla fresca, cera de abeja, raíces de un colorante natural (orcaneta) y racimos de uvas negras sin pulpa que colorea sin producir efectos secundarios.